"Queríamos contar el universo como una historia como algo que se vive, se siente, se encarna"
- Joaquín González del Pino
- 10 jun
- 2 Min. de lectura
Durante el último Viernes con la Ciencia, transformamos las Bodegas Arúspide en un auténtico cine de verano desde el que viajamos por el cosmos guiados por la fuerza más invisible y determinante del universo: la gravedad.
“Territorio Gravedad”, la serie documental de divulgación científica, llegó a Valdepeñas de la mano de sus creadores y protagonistas, y confirmó una certeza: la ciencia también puede emocionar.
Carlos Barceló, físico e investigador en el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), abrió la sesión con una afirmación tan bella como precisa: “La gravedad es la gran escultora del universo” y queríamos contar el universo como una historia, no como un documental donde alguien pone voz a unas imágenes preciosas, sino como algo que se vive, se siente, se encarna." Desde que Einstein formuló la Teoría General de la Relatividad, explicó, entendemos que no es una fuerza que actúe a distancia, sino una curvatura del espacio-tiempo provocada por la masa. Y en esa danza silenciosa entre cuerpos celestes y curvaturas, el universo se despliega.
Esta serie no se limita a transmitir conceptos científicos. Como señaló Nacho Chueca, director artístico y realizador, “queríamos que la ciencia se viviera también desde la emoción, desde la experiencia estética”. Por eso, “Territorio Gravedad” combina imágenes de gran belleza con una narrativa donde personajes de ficción nos acompañan en este recorrido cósmico. “No queríamos explicar la gravedad, sino que el espectador la sintiera. Que entendiera con el cuerpo, no solo con la cabeza.”
Elisa Marinas, actriz protagonista, lo explicó con una claridad conmovedora: “Los personajes no están para enseñar, sino para mirar con nosotros. Para hacerse las mismas preguntas que el espectador, y abrir la puerta a la reflexión”. Esa cercanía, ese tono accesible, es lo que convierte la serie en una herramienta única de divulgación. Como ella misma confesó, “ha sido un reto traducir emociones abstractas, como la gravedad, en gestos, miradas y silencios. No interpretamos personajes científicos, sino seres humanos tocados por lo invisible”. Una interpretación sutil pero poderosa, que da cuerpo emocional a conceptos difíciles de imaginar.
Ciencia que conecta, arte que divulga
El coloquio posterior a la proyección fue un espacio de intercambio, donde se habló de los retos de comunicar ciencia, del diálogo entre disciplinas y de la importancia de que la investigación llegue a todos los públicos. Como afirmó Barceló: “La ciencia no puede quedarse en los laboratorios, debe salir y cruzar con otras disciplinas, como el arte, el cine o la literatura”.
Joaquín González del Pino, presidente de Quixote Innovation, subrayó al final del encuentro una idea clave: “La ciencia no es solo saber, es imprescindible saber comunicarla, saber compartirla. Porque si no la entendemos, no la vamos a valorar. Y si no la valoramos, no vamos a poder impulsarla y defenderla”.
Gracias a Carlos, Nacho, Elisa y al equipo de Territorio Gravedad por recordarnos que la ciencia puede ser también arte, emoción y encuentro. Y gracias a todas las personas que viernes tras viernes hacéis de este ciclo una constelación de aprendizajes compartidos.
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